Savasana es
una de las posturas clásicas de relajación, a simple vista parece sencilla, te
tumbas en el suelo y te relajas, ¿Fácil, verdad?
Sin embargo esta postura les
resulta difícil a muchas personas, les cuesta abandonarse y relajarse en ella
puesto que luchan contra la tensión corporal y mental acumulada a lo largo del
día, luchan con una mente sacudida por
un mar de pensamientos que les impide poder relajarse, además de contra la inquietud
que les produce permanecer inmóviles.
Estas tensiones
provienen del estado de agitación en el que muchas veces vivimos, de nuestras
preocupaciones, miedos, angustias. Todo esto hace que se vaya acrecentando la
tensión muscular y mental que dificulta la relajación.
En savasana
adquieres consciencia de tus tensiones, de tus sensaciones internas, de tu
estado, las observas, te relajas y las dejas ir, liberándote y renaciendo al
soltar todo ese lastre que te impide estar bien.
En el siguiente vídeo puedes ver la postura de Savasana explicada paso a paso.
Para comenzar
savasana, túmbate en el suelo boca arriba, dobla las rodillas apoyando las plantas de los
pies sobre el suelo, con calma, lleva las rodillas hacia el pecho abrazándolas,
a la vez que elevas la cabeza llevándola
hacia las rodillas mientras exhalas.
Entrecruza las manos por detrás de la cabeza
sin apoyarla en el suelo y estira una pierna llevando el talón lo más lejos
posible para que la pierna se estire bien, luego baja la pierna lentamente
hacia el suelo. Ahora haz lo mismo con la otra pierna. A continuación eleva
ambas piernas, llevándolas lejos, estirándolas y vuelve a posarlas en el suelo.
Desliza tus manos por detrás de tu cabeza y
estira con calma y cuidado el cuello a la vez que lo vas bajando hacia el
suelo.
Extiende tus brazos sobre el suelo, ligeramente
separados del cuerpo y con las palmas de las manos mirando hacia arriba.
Gira los pies hacia afuera y hacia dentro,
cuando te sientas bien, en una postura cómoda, déjalos que caigan hacia fuera
de manera relajada.
Haz lo mismo con las manos, llévalas hacia
dentro y hacia afuera hasta que te encuentres cómoda y entonces deja que descansen
en una posición ligeramente hacia afuera.
Tira de los hombros hacia abajo, hacia los pies
para separarlos de las orejas.
Gira la cabeza a un lado y al otro y déjala
luego en el centro, esto sirve para centrar tu columna y que quede en posición
neutra.
El que estires las piernas, los brazos y el
cuello tiene como finalidad que crees espacio en tu cuerpo, distendiéndolo de
posibles entumecimientos antes de empezar a relajarte en savasana. Si te
relajas sin realizar este estiramiento puede que te sientas bloqueada al final
de savasana por haber permanecido con el cuerpo contraído al no haberlo
estirado adecuadamente.
El hecho de dejar ligeramente girados hacia
afuera las manos y los pies hace que te sientas más cómoda y relajada, ya que
si dejas las manos y los pies girados hacia dentro, estarán en tensión y te
resultará más difícil relajarte y sentirte bien.
Los pies y las manos los mueves hacia dentro y
hacia afuera al igual que cabeza la giras a un lado y a otro con la finalidad
de que encuentres una postura neutra y cómoda, ya que el cerebro percibe la
desalineación como algo incómodo, así que cuanto más simétrica esté tu postura
más sosegada te encontrarás en ella.
Ahora que te encuentras en una postura neutra y
distendida, ya puedes pasar a relajarte completamente.
Inhala y exhala con calma y sin prisa.
Tómate unos instantes para observar cómo te
sientes, si percibes algún malestar o tensión en alguna parte de tu cuerpo.
Inhala y exhala de manera relajada y pausada.
Deja que la respiración se vaya asentando y vaya y venga a su gusto sin intentar modificarla.
En esa postura recorre lentamente tu cuerpo con
cada inhalación, desplazándote por las diferentes zonas de tu cuerpo en un
determinado orden, sintiendo tus sensaciones en cada momento y en cada parte de
tu cuerpo. Al inhalar dirige toda tu atención a esa zona y al exhalar suelta
esa zona, relájate y deja ir toda tensión y malestar que pueda haber en ella.
Cuando
hayas recorrido todas las partes del cuerpo, permanece tumbada respirando
profundamente y observando cómo te sientes.
Relaja todo tu cuerpo, disfruta de este instante de quietud,
inhala, exhala y expande tu calma. Conecta con todo lo que sucede en tu
interior, con todas tus sensaciones, con tus emociones, obsérvalas y déjalas
ir. Suelta toda tensión, todo malestar,
renaciendo, liberándote.
Con calma, mueve gradualmente los dedos de tus manos y pies,
gira los pies hacia dentro y hacia afuera, toma aire y flexiona las piernas,
llévalas hacia el pecho, exhala y acerca tu cabeza a tus rodillas, extiende tus
piernas y apóyalas en el suelo, apoya también tu cabeza, inhala y estira tus
brazos y piernas como si te estuvieras desperezando en la cama.
Gira lentamente hacia el lado izquierdo incorporándote sin
prisa desde ese lado. Girar
a la izquierda antes de incorporarte hace que aumente momentáneamente el flujo
sanguíneo de la vena cava al atrio derecho y hace que el caudal cardíaco y el
retorno venoso sean suficientes para abastecer al cerebro y evitar un posible
mareo que puede darse si te incorporas muy rápidamente o si tienes la tensión
arterial baja.
La postura de savasana en algunas personas puede desatar
reacciones de ansiedad, si te ocurre, tal vez sea mejor que realices otro tipo de
práctica como la meditación caminando que puede irte mejor si te cuesta mucho
permanecer inmóvil. Recuerda que no todos somos iguales y a cada persona le
sienta mejor un tipo de práctica que otra. Experimenta y quédate con lo que a
ti te siente bien.
Si te apetece, después de practicar la postura, puedes comentar
y compartir qué has experimentado durante tu práctica, cómo te has sentido.
Por una vida de equilibrio.